“Este va a ser el paisaje de los próximos meses”. La advertencia encendida de Juan Carlos Schmid

El dirigente gremial Juan Carlos Schmid no se guarda nada. En un país herido por la desigualdad y gobernado, según él, por una administración insensible, lanza una advertencia cargada de emoción, bronca y responsabilidad histórica: la calle será el escenario inevitable del conflicto social.

Juan Carlos Schmid habla con la calma de quien conoce el oficio, pero también con la convicción de quien ya no puede callar. Su voz no tiembla, aunque lo que describe es un país al borde de un estallido. “Efectivamente va a haber una multiplicación del conflicto a vida cuenta de la situación que vive el país”, asegura, y en esa frase no hay amenaza, sino una certeza dolorosa, casi resignada. “Este va a ser el paisaje de los próximos meses”, agrega, pintando una escena que ya se siente en la calle: salarios por el suelo, gremios cercados y familias que apenas sobreviven.

No es sólo una descripción del presente. Es también una toma de postura, una declaración de principios. “Estamos encarnando la representación de los que quieren sostener una puja contra este gobierno insensible, fanático de la economía”, lanza con firmeza. Para Schmid, el modelo que encarna Javier Milei no es solo una política económica; es un proyecto ideológico que desprecia al que trabaja y margina al que resiste.

Y no duda en nombrar a los responsables: “Uno es el que vamos a protestar, que es Federico Sturzenegger. El otro es el brazo armado, Patricia Bullrich”. Así, sin rodeos, pone nombre y apellido a los artífices de lo que considera una embestida contra los derechos del pueblo.

Lo suyo no es solo un diagnóstico: es un llamado urgente a la acción. “Creemos que es nuestra obligación histórica estar en la calle con el conjunto del pueblo trabajador y tratar de frenar la ofensiva que está llevando adelante el gobierno de Javier Milei”. No habla de un gesto simbólico, sino de una defensa activa, cuerpo a cuerpo, de las conquistas históricas que hoy están siendo puestas en jaque.

Pero la pregunta que sobrevuela cada marcha, cada asamblea, es la misma: ¿cómo se vive hoy con lo que se gana? Schmid no duda: “¿Cómo hace hoy el pueblo trabajador para subsistir con los salarios bajos y el techo paritario?”. Y ahí aparece la hipocresía del discurso oficial. “Obviamente, en el único lugar donde no existe libertad en la negociación colectiva, este gobierno es casi un credo de la libertad. Cuando se trata de discutir la participación del pueblo en la ganancia que ejerce con su trabajo, allí se termina la libertad”.

Es claro: para Schmid, la libertad que defiende este gobierno no es para todos. Es una libertad que se aplica solo a los poderosos, mientras que para el trabajador queda apenas el margen del esfuerzo y la obediencia.

En tiempos donde la represión intenta suplantar al diálogo y el ajuste se viste de heroísmo económico, Schmid nos recuerda que hay algo más poderoso que el miedo: la memoria colectiva. Porque cuando los que luchan no se rinden, «la calle se convierte en trinchera y también en esperanza«.

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