El dirigente sindical Omar Pérez se sumó al Frente Sindical en una nueva jornada de lucha. Con palabras que duelen pero que movilizan, denunció la crisis social, la represión y el modelo económico que —según afirma— está destruyendo el país. Su mensaje es claro: la calle será el escenario de la resistencia hasta que el gobierno escuche.
Omar Pérez no necesita levantar la voz para transmitir la gravedad del momento. Sus palabras, cargadas de verdad, bastan para encender la emoción y la indignación de quienes lo escuchan. Mientras camina junto a miles en una nueva movilización del Frente Sindical, deja en claro por qué está ahí: “Marchamos por la soberanía, el trabajo digno y el salario justo”. Tres pilares que, según denuncia, el gobierno nacional ha decidido derribar.
Lo que más le duele, sin embargo, es el engaño. “Evidentemente la gente va tomando conciencia que esta campaña y este proyecto que instaló el gobierno nacional es una mentira”, afirma con tristeza. “Una mentira que los ha llevado hasta acá, lo que no se puede devolver de una mentira”. Para Pérez, lo que se rompió no es solo el bolsillo de los trabajadores: es también la confianza.
Ese desencanto se convierte en furia cuando describe lo que pasa en hospitales, en fábricas y en las calles. “Hoy, justamente miércoles, los trabajadores del Garrahan están nuevamente en conflicto, y como contraprestación le niegan un salario digno a aquellos que atienden a nuestros hijos”. No es solo una crisis económica; es un país donde los que cuidan la vida, los que sostienen el sistema, son los más castigados.
La postal es dolorosa y real: “Hoy también, miércoles, se juntan los jubilados por una jubilación magra, y lo que responde el gobierno es con represión”. Frente a esa realidad, Pérez no duda: “Yo creo que este modelo está agotado”.
En su crítica, no hay medias tintas. Llama a las cosas por su nombre: “Venimos al Ministerio de Desmantelación, porque esto no es desregular, esto es desmantelar a la Argentina”. Lo dice con bronca, pero también con claridad. No hay lugar para confusiones: lo que está en juego es el futuro del país, y la calle es la única respuesta posible.
“Esto es el inicio de una lucha que va a continuar hasta que el gobierno revierta la posición”, promete. “La gente va a seguir estando en la calle”. Porque, mientras haya recesión, despidos y trabajo informal, no habrá paz social. “Parece que el gobierno eso no lo ve”, denuncia, cansado de una política que no escucha.
La impotencia se mezcla con una dolorosa certeza: “A veces la insensibilidad que tienen a la hora de llevar las políticas adelante demuestra los resultados que hoy estamos viendo en la calle”. Y pone un ejemplo que golpea: “Miremos los puertos de Argentina: no hay exportación, es todo importación. Cada contenedor que ingresa es una pyme que se cierra”.
¿Y qué hace el gobierno frente a eso? Para Pérez, la respuesta es escalofriante: “Parecería que el gobierno festeja que los trabajadores siguen quedando en la calle”. Por eso insiste, con firmeza: “La justicia social se reclama acá, en la calle. Cada vez vamos a ser más”.
La movilización de hoy, afirma, es solo el comienzo. “¿Va a haber más movilizaciones? Por supuesto. Hasta que el gobierno no se dé cuenta que este no es el camino, la gente va a salir a reclamar su derecho”. Porque la desilusión crece. Y cuando la esperanza se rompe, lo que queda es la conciencia.
“Yo entiendo que la gente a lo mejor lo votó enojada, pero hoy el enojo pasó y hay una desilusión generalizada”, dice. Y remata, con una frase que cala hondo: “La desilusión va de la mano de la traición. Hubo una estafa electoral y la gente se da cuenta”.
Lo que está en la calle no es solo una protesta. Es una advertencia. Es la dignidad de un pueblo que no se rinde. Y mientras haya dirigentes como Omar Pérez que pongan el cuerpo y digan las cosas como son, la esperanza sigue viva en cada paso que se da sobre el asfalto caliente de la lucha.