En tiempos donde la necesidad aprieta a muchos sectores de nuestro pueblo, los trabajadores organizados una vez más dan el ejemplo. Esta semana, la Delegación San Justo del Sindicato de Camioneros, junto con los compañeros de Ashira Martín y Martín, llevaron adelante una olla solidaria en el barrio Villa Dorrego, a la altura del Km 30, que no solo llenó platos, sino también corazones.
Lo que se vivió en ese humilde rincón de nuestra provincia fue mucho más que una entrega de comida caliente. Fue una muestra clara de que cuando hay organización, compromiso y conciencia de clase, ningún compañero ni vecino queda solo. Porque la solidaridad, esa que practicamos todos los días desde el sindicato, se convierte en acción concreta cuando más se la necesita.
Los compañeros de Ashira, con esfuerzo y voluntad, se pusieron al hombro esta jornada. No les importó el cansancio ni las dificultades. Lo hicieron convencidos de que el rol del trabajador organizado va más allá del lugar de trabajo: también se juega en las calles, en los barrios y en cada mesa donde falte un plato de comida.
Desde la Delegación San Justo, que viene realizando una labor territorial ejemplar, hasta el último compañero que colaboró en la preparación y entrega de alimentos, todos demostraron que los valores del gremio —solidaridad, compromiso y unidad— no son palabras vacías, sino una práctica viva y constante.
En un contexto social y económico difícil, donde muchas veces el Estado está ausente, los trabajadores decimos presente. Y lo hacemos sin especulaciones, sin cámaras, sin buscar protagonismo. Lo hacemos porque somos parte del pueblo y porque sabemos que la salida siempre es colectiva.
Esta olla solidaria es solo un ejemplo más de lo que somos capaces de construir cuando estamos juntos. Es un gesto que alimenta cuerpos, pero también siembra conciencia. Y en esa conciencia, está la fuerza de un gremio que no deja a nadie atrás.
Porque como dijo el General, la organización vence al tiempo. Y cuando hay organización y solidaridad, hay futuro.
