“Lo único que vale es estar en la calle”: Hugo Yasky y el grito de un sindicalismo que se planta

En una jornada histórica de unidad sindical, Hugo Yasky toma la palabra con la fuerza de quien no se resigna. Sin rodeos ni falsas esperanzas, denuncia el modelo de ajuste y represión del gobierno y reivindica la calle como el único lugar donde los trabajadores pueden defender sus derechos.

Hugo Yasky no elige las palabras con diplomacia. Las escoge con coraje, porque sabe que lo que está en juego no se resuelve con buenos modales sino con lucha. “Por primera vez logramos constituir un amplio frente para salir a pelear y tratar de llenar el vacío de conducción que hoy existe en el movimiento sindical argentino”, dice, con la conciencia de que este paso no es menor. La unidad sindical, que tantas veces pareció imposible, hoy camina hombro a hombro por las calles.

El Frente de Lucha que menciona incluye a la CGT, las dos CTA, movimientos sociales, gremios industriales, del transporte y del sector público. Es un frente que nació del dolor, pero también de la convicción de que no hay tiempo para medias tintas. “Un frente de lucha de organizaciones sindicales…”, enumera Yasky con orgullo, como quien muestra el resultado de una siembra colectiva que empieza a dar frutos.

La pregunta es inevitable: ¿es la única manera de enfrentar al gobierno? Yasky no duda ni un segundo. “No hay diálogo posible. Nunca quisieron el diálogo, nunca quisieron escuchar ni las demandas ni los planteos del movimiento sindical”, lanza, con la firmeza de quien ya agotó todas las instancias. El modelo libertario, asegura, vino a imponer y no a construir. Y frente a eso, sólo queda una respuesta: resistir.

Hay que estar en la calle. Frente a un gobierno avasallante, que destruye los derechos, que liquida el salario, que hace que los jubilados todos los miércoles sean reprimidos, lo único que vale es estar en la calle”, afirma. Y no lo dice como una consigna vacía, sino como una verdad nacida de la experiencia. Porque lo ve, lo vive, lo escucha en cada trabajador y trabajadora que llega con el cuerpo cansado pero la dignidad intacta.

El compromiso de Yasky no se agota en una movilización. Se multiplica. “Sí, por supuesto, como todos los miércoles va a haber compañeros que van a estar a apoyar a los jubilados, al Garrahan y a todas las luchas que hay en este país”, asegura. Porque la calle no es solo un espacio de protesta, es también un lugar de encuentro, de memoria, de solidaridad.

En su discurso no hay grandilocuencia, pero sí hay verdad. Menciona a los despedidos de Giorgalio, al personal del Garrahan, a los jubilados, a cada lucha que brota en cada rincón del país como respuesta a una política que no deja respirar. Y sabe que, aunque cueste, aunque duela, el pueblo organizado sigue siendo la barrera más fuerte contra el atropello.

Yasky no está solo. Detrás suyo, miles marchan con el mismo convencimiento: que la calle es el lugar donde se defiende lo que en las oficinas del poder se quiere borrar. Porque, como él mismo lo resume, “lo único que vale es estar en la calle”. Y ahí estarán. Hasta que los escuchen. Hasta que cambie. Hasta que vuelva la dignidad.

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