En una jornada cargada de emoción, la empresa y los delegados de Solbayres rindieron un reconocimiento a Domingo, quien tras 47 años de servicio se despide del trabajo que marcó su vida. Jubilado y rodeado de sus compañeros, recordó un camino que no siempre fue fácil, pero que siempre estuvo atravesado por la dignidad del oficio.
“Fue duro, muy duro”, admite. Durante años, muchos subestimaban la tarea de los recolectores. “Pensaban que no teníamos dignidad. Como trabajábamos con la basura, creían que no merecíamos ganar bien”. Esa mirada social dolía, pero fue parte de una época en la que el trabajo de recolección no era valorado.
Domingo recuerda con claridad el cambio que llegó con Hugo Moyano al frente del Sindicato de Camioneros. “Ahí Hugo nos hizo valorizar todo lo que hacíamos. Nosotros no lo hacíamos mal. Éramos responsables, no quedaba basura en la calle”. Para los trabajadores, ese reconocimiento no fue solo salarial: fue identitario. Dejó de existir la palabra “basurero” para dar lugar a lo que realmente son: recolectores de residuos.
La dignificación del oficio también implicó visibilizar los riesgos que pocos veían. “La gente tiraba de todo: jeringas, vidrios rotos… y nosotros igual cumplíamos”. Aquella lucha sindical, recuerda Domingo, fue intensa. Marchas, movilizaciones, reclamos. “Hugo peleó a muerte por nosotros y nunca dejó tirado a nadie”.
Por eso, al mirar hacia atrás, Domingo siente orgullo. Orgullo por el trabajo cumplido, por la tarea bien hecha y por haber sido parte de una transformación histórica dentro de la actividad. “Nosotros siempre fuimos recolectores. Y gracias a esa lucha, la gente también empezó a verlo”.
Hoy, después de casi medio siglo arriba de los camiones, Domingo cierra su ciclo con el reconocimiento de sus pares y con la certeza de haber defendido un oficio esencial para la vida en la ciudad. Se va con gratitud, pero también dejando un mensaje: la dignidad del trabajador está en su tarea, y en quienes se animan a defenderla.
